miércoles, 3 de septiembre de 2014

ACERCA DEL ODIO

“El odio surge como resultado de nuestro malestar al enfrentarnos con circunstancias adversas”
Gueshe Kelsang Gyatso
Buenos y benditos días se les presenten por siempre, hoy quiero hablar sobre uno de los tres venenos que surgen en la mente del ser humano y que se vuelve contra el que lo genera como un bumerang que lanzamos y que finalmente retorna a nuestras manos lo queramos o no.
¿Qué nos hace sentir mal?, todo lo que afecta nuestro ego, cuando las situaciones que suceden en nuestro diario caminar por la vida afectan mis creencias, lo que considero mío, o lo que soy, entonces llega el malestar a la mente,  incluso hablo de malestar físico ya que el sentimiento o emoción que se presenta en ese momento se refleja a nivel del cuerpo material.
Cuando el ser humano comienza a pensar que un suceso u otra persona le afectan de manera personal, la mente comienza a girar en torno a ese punto y llega el momento en el que este pensamiento se convierte en obsesión y finalmente en odio.
En este caso, el ser humano llega al estado de querer destruir aquello que le afecta o que cree que le afecta o que piensa que le perjudica la vida en cualquiera de sus aspectos, económicos, familiares, laborales, etc.
Por ejemplo, si alguien nos ataca frecuentemente con palabras acerca del comportamiento de nuestra pareja, o de algún defecto que tengamos de manera obvia, este ataque frecuente va a hacer que mi mente genere molestia ante esa persona y si esta es muy persistente, esta molestia se transformara en ira, luego en obsesión y finalmente en odio, si no puedo terminar con ella de manera rápida, terminaré odiando a la contraparte.
Sin embargo, este odio se reflejará en mis emociones y sentimientos, no solo hacia el que pensamos que lo propicia, sino hacia nuestro entorno afectando inclusive a las personas por las que siento “amor”, y en situaciones más críticas a nosotros mismos, ¿Cómo?, a través de las llamadas enfermedades psicosomáticas, enfermedades creadas por nuestra psique que se reflejan en nuestro cuerpo.
Pero ¿Cuál es la causa de que sintamos odio?
Son varias situaciones, más que causas, la causa principal es nuestra mente y nuestro ego.
Sin embargo los detonantes son emociones entre las que se encuentran las siguientes: ira, frustración, envidia y celos.
Ira.- Comienza con una incomodidad, con algo que afecta nuestro ego, con una molestia por algo que no nos agrada, esta molestia en nuestra mente se va haciendo cada vez mayor e incontrolable, cuando no podemos sacarla de manera física, agrediendo o destruyendo cosas materiales o personas, incluso con violencia psicológica, entonces esta emoción se aloja en la mente y crece al grado de convertirse en odio, el lado contrario del amor, se dice que el que ama puede odiar y viceversa, es cuestión de gradación de un todo, son los extremos.
Esta ira puede ser hacia nosotros mismos, por descubrir incapacidades o falta de habilidad para desarrollar algo, o incluso por sentimientos de culpabilidad, cuando luchamos con nosotros mismos y no nos podemos vencer surge la ira interna hacia nuestro ser, esto es peligroso ya que el odio que sentimos por nosotros puede degenerar en actitudes destructivas tanto hacia nuestra esencia como hacia los demás, por otra parte, esta sensación genera enfermedades o padecimientos graves que nos pueden llevar de manera rápida hacia la muerte, pero no una muerte tranquila sino una violenta, con mucho sufrimiento que se arrastra hacia nuevas existencias generando nuevas amarguras.
Frustración.- La acción de frustrar es privar a alguien de lo que espera, dejar sin efecto o malograr un intento, esto no necesariamente por otra parte, sino por nosotros mismos, nosotros nos frustramos, no los otros nos frustran, cuando no conseguimos lo que esperamos la esperanza muere, al morir, nos sentimos desanimados, desalentados y sin ganas de vivir, esto es debido, en ocasiones, a que generamos expectativas irreales, ilusorias, que nos llenan de dolor y sufrimiento al no poder concretarse.
En este caso, al repetirse la frustración o bien si nos frustramos una vez pero con algo que esperábamos de los demás o de sí mismo con mucha ilusión, podemos caer en el odio hacia nosotros mismos por no ser capaces de alcanzar nuestros objetivos, nos decimos: “soy un inútil, un fracasado no puedo hacer nada, quiero morir”. Esta frustración nos lleva a la ira y de ahí al odio por nosotros. Igual culpamos al mundo o a todos los que nos rodean por frustrar nuestras metas cuando los únicos que propiciamos su cumplimiento o no somos nosotros, nadie es culpable ni responsable de lo que nos pasa, el culpar a otros solo es un medio de justificarnos y de quitarnos culpabilidad o no aceptar nuestra responsabilidad en los resultados que obtenemos de nuestras acciones o actitudes.
Envidia.- ¿Cuantas veces no hemos querido poseer lo que los demás ostentan?, en estas ocasiones sentimos envidia, deseamos lo que tienen los otros, casas, mujeres, dinero, posición, inteligencia, en fin, la lista es larga y en nuestros tiempos se hace más prolongada. A veces decimos: “siento envidia de la buena”, ¿será esto verdad? ¿Existe envidia buena y mala?, ¡por supuesto que no!, envidia solo hay una y siempre nos va a afectar de forma negativa, aun inconscientemente, en algunas tradiciones le llaman hambre, es la ansiedad por tener lo que no poseemos y disfrutan los demás.
Este sentimiento nos lleva a la frustración y de ahí a la ira terminando en odio por los demás. Lo que inició con un simple deseo de tener algo que no poseo culminó con un sentimiento destructivo completamente. De ahí la importancia de la  máxima budista de “no desear”, aunque parezca una frase simplista y un cliché pasado de moda, es una frase de dos palabras con mucha profundidad que nos lleva al camino medio, si no deseo no me frustro, si no me frustro no caigo en la ira y si no hay ira en mi corazón no puede tener cabida el odio y puedo mantener mi mente en paz y en calma.
Celos.- En realidad los celos son el temor, sospecha, inquietud y recelo de que la persona amada haya mudado o mude su cariño, poniéndolo en otra, esto en su acepción negativa ya que en su gradación positiva el celo es el empeño puesto en una actividad o trabajo, pero esto último no afectará nuestros sentimientos hasta convertirlos en odio, por el contrario el primer concepto si nos lleva a esta penosa situación.
Cuando sentimos celos de alguien, principalmente en el aspecto amoroso lo proyectamos a una tercera persona, cuando en realidad lo que pasa es que tenemos miedo de perder algo que consideramos nuestro, de nuevo hace su aparición el ego,  el apego, todo lo considero mío, soy dueño de todo y de todos, eso nos lleva a sufrir, en este caso enfocamos nuestra ira y posterior odio hacia aquella persona que pensamos nos quita al ser amado, a la que está saliendo con él o ella,  y en casos extremos la persona puede llegar al crimen.
En todos los ámbitos de la vida se presentan los celos, en el trabajo siempre sentimos celos de alguien, le llamamos celo profesional, pero no en el sentido positivo de dar lo mejor para lograr resultados, sino que en realidad sentimos una especia de envidia y temor a perder un puesto o no conseguir uno de mayor responsabilidad “por culpa de fulanito”, sentimos celos de sus relaciones con los jefes, de su desempeño laboral y de sus éxitos o logros, en lugar de esforzarnos por mejorar el nuestro.
Bien, queridos hermanos, es tiempo de reflexionar, de centrarnos en nuestra naturaleza y si hay que cambiar algo, hacerlo, todo en este Universo es factible de transformar, recordemos que todo son energías y la energía no se crea ni se destruye, ¡cambiemos nuestras vidas!, cualquier momento es el ideal para iniciar nuestra transformación, dejemos atrás los odios y resentimientos, esos pertenecen al pasado, no los arrastremos a nuestro presente porque el resultado será un futuro de inmenso sufrimiento.
Que todos sean bendecidos por el Universo, Namaskar

Saraha, (Gaza)

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