domingo, 13 de mayo de 2018

El Estado de Humanidad


El estado de Humanidad
“La calma es el estado de Humanidad”
Nichiren Daishonin

Dentro de la enseñanza que nos brinda el sabio Nichiren Daishonin, en el Budismo del Sol, se encuentran los Diez Estados o reinos. En esta enseñanza se menciona que estos estados son inherentes al ser humano y se encuentran dentro de él. Estos se integran por los cuatro estados inferiores: infierno, hambre y animalidad e ira, conocidos igual como los malos caminos, luego podemos hablar de dos estados neutros: Humanidad y Extasis, por último los cuatro estados superiores: Aprendizaje, comprensión intuitiva, bodhisatvas y budeidad, cada uno de ellos se contiene en los demás. 
Deseo iniciar con una breve explicación de lo que es el estado de Humanidad, ya que es el estado que por lo general busca el ser humano que no ha llegado a comprender la importancia de la iluminación y se conforma con un estado intermedio. 
  Es un estado de vida donde priva la tranquilidad, calma y serenidad, en el que los hombres están en paz consigo mismos y con su entorno, en sánscrito, este estado se denomina manusa, que significa “ser que piensa”. En Rise abido ron, se menciona el siguiente párrafo: “El sendero de la humanidad se llama manusa porque tiene ocho cualidades, inteligencia, excelencia, conciencia aguda, juicio, confiabilidad, sabiduría superior, capacidad para distinguir lo verdadero de lo falso, capacidad para alcanzar la iluminación yunbuen karma del pasado.
Recordemos los estados anteriores y nos daremos cuenta que son reinos de lucha, reinos duros, de sobrevivencia del más fuerte, el reino del éxtasis o exaltación es un estado alegre y de regocijo, de un contento total, activo y dinámico, sin embargo, el estado natural de los seres humanos es la calma.
Repasemos un día agitado, el estrés del tráfico, el lidiar con los problemas del trabajo donde es frecuente el estado de animalidad, nuestras frustraciones, o , nuestro júbilo y alegría por algún logro obtenido, la satisfacción que nos hace olvidar nuestras penas, algo pasajero, sin embargo enfoquemos nuestra mente en aquel momento en que entramos en nuestro hogar y disfrutamos de aquellos  momentos de tranquilidad, de paz, de calma donde no están presentes nuestras frustraciones o penas y tan solo nos sentamos tranquilamente a deleitarnos con ese sentimiento maravilloso de paz, tranquilidad o calma.
Perfilando a los humanos que se encuentran ocasionalmente en este reino, nos encontramos con que son seres, como ya vimos en las ocho cualidades,  que utilizan la inteligencia buscando lograr la excelencia en su desempeño, de consciencia aguda y juicio confiable con capacidad para discernir la verdad de la mentira, tienden a la sabiduría y presentan capacidad para llegar a la iluminación.
Son hombres que llevan una vida sin sobresaltos, con satisfacción por lo logrado, tomando las cosas como vienen o son, no se complican la existencia tratando de averiguar qué fue primero, el huevo o la gallina, buscan desarrollar sus habilidades al máximo sin error, conscientes del entorno y de lo que sucede a su alrededor, aunque sin participar en hechos violentos evitan caer en confrontación de cualquier tipo y aplicarse a su aprendizaje en alto grado, sin embargo son seres que sufren aún.
Otra dificultad que presentan los seres en este estado es la sujeción al entorno o el mundo en que vivimos lleno de tribulaciones, las que nos apartan fácilmente del estado de humanidad, haciéndonos caer en alguno de los malos caminos. Los diez estados se contienen en sí mismos.
El permanecer en este reino nos obliga a la reflexión, a buscar nuestro propio yo, un análisis profundo de nuestro entorno socioeconómico y la toma de decisiones para nuestra vida que sean compatibles con el estado de humanidad, es decir que nos permitan permanecer en calma a pesar de las situaciones negativas que se presenten en nuestra vida.
Hablando metafóricamente, el estado de humanidad es el camino del medio, ya que se encuentra a la mitad de los diez estados y lo podemos considerar punto de partida para encaminarnos hacia los caminos inferiores o los superiores para permanecer en alguno por el mayor tiempo posible. La práctica del budismo pretende pulir, refinar y desarrollar nuestro yo para establecer las circunstancias que nos permitan acceder a estados de vida iluminados por el sol de la sabiduría.
Hay que reconocer que es muy difícil el estar en un estado permanente de absoluta calma, compostura o paz, es mucho más fácil dejar llevarnos por los impulsos o luchar en un océano azotado por nuestras tormentosas emociones que sacuden nuestra frágil embarcación llamada humanidad llevándola por corrientes de extremo sufrimiento y de las cuales solo podemos salir avantes mediante el uso de nuestras cualidades humanas de raciocinio y conciencia para ejercer el control de nuestros deseos, instintos y deseos que nos pueden llevar a la codicia, animosidad, celos y otros males.
Presidente Ikeda menciona que nuestras emociones son como un caballo desbocado y las riendas que lo controlan son como nuestra sabiduría, conciencia y raciocinio, si aflojamos las riendas tan solo un poco, podemos ser arrojados al suelo. Controlemos nuestras riendas para marchar junto con nuestro corcel con seguridad y  aplomo.
Concluyendo, y como se ha mencionado en anteriores entregas, y aplicándolo a este estado en especial, para permanecer en el reino de la humanidad donde prevalecen la calma y la paz interna y con el mundo, debemos estar en el presente, en el aquí y el ahora, en tiempo y espacio, evitar quedarnos en el pasado y revolver nuestras emociones, ya que nos causa sufrimiento en diferentes formas, depresión, culpas, etc, y evitar irnos a vivir en nuestro futuro mental o psicológico como le llama Eckart Tolle, ya que nos acarrea angustia que igual se traduce en sufrimiento.Citando a Tolle, el vivir en la memoria y la anticipación es una compulsión, creando una preocupación eterna, lo único que hacemos es negar el eterno presente y permitir que sea. Transitemos por el camino medio de la humanidad y desarrollemos nuestro ser para transitar por los caminos superiores.
Gracias.
Gerardo Zetina Arceo
(Saraha)