miércoles, 28 de mayo de 2014

EL DISFRUTE PURO DEL CUERPO LLEVA A LA FELICIDAD

“¿QUE HAY DE MALO EN GOZAR DE TI MISMO?
¿QUE HAY DE MALO EN SER FELIZ?
SI HAY ALGO MALO ESTÁ EN TU INFELICIDAD, PORQUE LA PERSONA INFELIZ SIEMPRE CREA INFELICIDAD A SU ALREDEDOR. ¡SE FELIZ!
OSHO

Buenos y sagrados días tengan todos, en mis estudios filosóficos me encontré esta frase del que considero un gran maestro del siglo pasado, y que me ha dado mucha luz en mi búsqueda personal, estas palabras me han hecho pensar en la futilidad del ser humano.
Ciertamente, debido a creencias implantadas de siglos atrás, a muchas personas las han hecho creer ,incluso, que es pecado o una mala acción disfrutar de uno mismo, de su cuerpo, de esa maravillosa estructura que la conciencia universal nos ha proporcionado para poder alcanzar la iluminación, es por ello que tener un cuerpo es lo más preciado y lo debemos cuidar y conservar para lograr el objetivo para el cual nos fue dotado.
En mis pláticas o diálogos muchas veces me encuentro con personas que menosprecian el cuerpo que tienen, no lo disfrutan, no lo cuidan y muchos menos gozan de sí mismos, negándose con ello el derecho a la felicidad.
Pero, ¿Qué significa gozar de ti mismo?
Es el disfrute del momento presente realizando actos que eviten dañar o destruir nuestro cuerpo o a los demás, es el compartir el amor que nace en nuestro corazón con los que nos rodean en una comunión plena de nuestros sentidos y elevando este sentimiento a la conciencia universal para abrazar al universo entero.
Este disfrute se puede presentar en el contacto con un niño, con un animal con nuestra pareja en nuestros momentos más íntimos provocando con ello una explosión de satisfacción y sentimientos de una pureza indescriptible, en fin, en proporcionar amor a todos los seres sintientes en el momento en el que se presente la oportunidad.
No hay que confundir los estallidos de pasión carnal o deseos impuros que nada tienen que ver con el amor verdadero y purificado que sentimos hacia las personas, un deseo impuro siempre está coronado por el egoísmo, por la satisfacción unipersonal y muchas veces por las ganas de lastimar o poseer a los demás, es una demostración de dominio sobre los otros, no de compartir, eso no nos lleva a la felicidad, solo a la satisfacción de un deseo impuro  a la búsqueda insatisfecha de más y más cosas o situaciones que colmen nuestro ego sin lograr nuestra plena felicidad.
Como los deseos impuros no conducen a la felicidad, estos seres humanos son infelices y transmiten su infelicidad y sufrimientos a las demás personas, en psicología occidental se traduce como: “si yo no soy feliz, nadie tiene derecho a la felicidad”, aunque este pensamiento sea inconsciente.
La persona infeliz verá todo a través de un cristal opacado por el sufrimiento, el odio y el resentimiento, y todos las acciones que vea a través de ese cristal las interpretará como malas, así sean actos de amor hacia él, amor que nunca podrá reconocer y mucho menos sentir y transmitir.
“Había un hombre rico y poderoso en una ciudad, que puede ser cualquiera del mundo, que recibía mucho amor de su esposa e hijo, y solo veía interés por parte de ellos hacia su fortuna y envidia por el poder que tenía sobre los demás seres vivos, esta actitud hacía que sus emociones sean negativas, tratando con desdén a su mujer y con desamor a su único hijo del cual decía que era débil por albergar sentimientos nobles hacia los demás.
Al final de su vida se vio abandonado por la mujer que tanto lo amó y por el hijo que no importándolo la fortuna mal habida del padre busco su propio camino hacia la felicidad lejos del hogar paterno, en otro país donde era desconocido. “
Realmente, la persona debe  buscar su felicidad en sí mismo, dentro de sí, y al hallarla, será capaz de transmitirla hacia los demás, no antes, si no tengo algo no lo puedo compartir. Si sigo buscando la felicidad en los aspectos materiales o en la gente a mí alrededor o en cualquier agente externo a mí, jamás la alcanzaré, es como si persiguiera la olla de oro al final del arco iris, siempre quedaré desencantado.
Las enseñanzas de Nichiren Daishonin, un sabio y gran maestro japonés, dicen que cambiando tu interior cambiarás tu entorno, y es muy cierto, si de un estado de infelicidad y pesar interno que me hace sentir el sufrimiento y pensar que todos los que me rodean se solazan con este sufrimiento que me hace inmensamente desdichado, transmuto a otro de paz conmigo mismo, automáticamente transformaré el mundo que me rodea, veré las cosas de distinta manera y la gente a mi alrededor cambiará su actitud hacia mí, obtendré logros y bendiciones que me acercarán a la felicidad.
Es un principio universal, transmitido por todas las religiones, cultos  o creencias , la manera de alcanzar la felicidad y la iluminación es a través del amor puro, del compartir y de servir a los demás sin esperar algo a cambio, desinteresadamente, solo así y con el proceso meditativo diario seremos capaces de acceder a un mundo pleno de felicidad y paz.
Que las bendiciones del Universo les sean concedidas.


Gerardo.