miércoles, 29 de octubre de 2014

LA REENCARNACIÓN

“El alma no nace ni muere, siempre existió, existe y existirá, no nace, es eterna, siempre existente, primordial. No muere cuando se mata al cuerpo”
BHAGAVAD GITA 2.20
Bendiciones a todos los seres sintientes.
Estamos por entrar a uno de los meses en los que se recuerda a los ausentes, un mes que aunque a algunos les trae recuerdos tristes por la partida de los seres queridos, también les regocija brindarles alguna ofrenda como recordatorio de su existencia y del amor que se les tiene.
Dependiendo de la cultura y del país, el culto a los muertos es algo esperado, algo que significa un reencuentro, una visita que a veces se prolonga por todo el mes. Las ceremonias involucradas en este tiempo para algunos, como los países centro y sudamericanos, son una mezcla de tradiciones amestizadas, por un lado el culto a la muerte practicado por las culturas mesoamericanas y prehispánicas y por otro las costumbres adicionadas por los conquistadores europeos. Para otras culturas, como la celta, (festival  del Samahin) significa la atenuación del velo que divide este mundo del otro, facilitando la comunicación espiritual entre ambos.
La muerte  siempre ha sido algo  que causa temor, son pocos los países, México es uno de ellos, donde se satiriza la muerte y se le festeja incluso con alegría, la muerte está asociada con la obscuridad, al dolor a la pérdida, a las partidas sin retorno. Toda esta asociación produce sufrimiento en los seres humanos.
Sin embargo, ¿Qué nos produce este sufrimiento?, si tomamos como contexto las milenarias enseñanzas contenidas en el Bhagavad Gita, y vertidas por Sri Krishna a su amigo Arjuna, podemos ubicar nuestro sufrimiento en nuestro ego, en nuestro apego a las cosas, personas, al desconocimiento de nosotros mismos,  el no aceptar nuestro origen divino, nuestro ser espiritual.
Tal vez la única realidad y verdad es que nuestro sino es la muerte, es la única certidumbre que tiene el ser humano, y aún esta certidumbre es inconcebible para muchos hombres y mujeres, pero ¿Qué es la muerte?, ¿es un paso a otra vida?, ¿es el fin de todo?, ¿hay algo más allá de la muerte que nos proporcione una esperanza?, ¿hay un renacimiento o reencarnación?
Son algunas de las preguntas que se hace el ser humano, y muchas más acerca de lo que nos espera al cruzar el umbral y que lo llenan de esperanza de sobrevivir a esta existencia, y esta esperanza es lo que aprovechan muchos cultos, sectas  y religiones  para dominar a sus seguidores , pero ¿realmente que sucede?
Unas religiones nos aseguran que al morir nos espera el juicio final, que todas nuestras acciones pasadas son puestas en  una balanza y de acuerdo al resultado nos ubican en el infierno o en el paraíso, pero ¿qué es lo que ubican?, ¿nuestro cuerpo? O algo más, eso es algo que no nos dicen, que queda entre líneas que es guardado como un secreto sagrado, ese algo más es el alma, el verdadero yo.
Otras tradiciones religiosas  nos hablan de que de acuerdo con nuestras acciones, Karma, nuestra alma transmigra a otro cuerpo el cual puede ser humano o no. La tradición védica nos señala que existen 8!400,000 especies en las que podemos renacer desde una minúscula bacteria hasta un ser humano como símbolo de mayor evolución, ¡hasta en eso es soberbio el hombre!.
Lo cierto es que todos tenemos que morir, una Ley Budista nos habla de que todo lo que empieza termina, todo tiene un principio y un fin y si el universo es parte de esta Ley, el hombre que es como un grano de arena en la inmensidad de todas las playas de la tierra, ¿por qué sería la excepción?.
Existe una parábola budista que siempre me ha gustado y que repito cuando la ocasión lo amerita: “Un día, cuando el Perfecto Iluminado caminaba por un aldea transmitiendo sus enseñanzas, se le acercó una mujer que en brazos llevaba el cadáver de su hijo y que presa de dolor y sufrimiento clamó al Que así llega:
--Señor, tu que todo lo puedes y que tienes los poderes de los seres iluminados, has que mi hijo recupere la vida, que vuelva el alma a su cuerpo y que haga tan feliz a esta su madre
Suplicaba la mujer, a lo que el Honrado por el Mundo respondió:
-          “Mujer, realmente puedo hacer lo que me pides, solo te pongo una condición, recorre el mundo y si encuentras una sola casa o familia donde no haya muerto algún familiar o Yama no haya puesto su pie, en ese momento le devolveré el alma a tu amado hijo”.
En ese momento, la mujer comprendió que la muerte es una realidad de la vida, que entra a todos los hogares y visita a todas las familias y que nadie escapa a su influencia, en ese instante, la mujer aceptó la partida de su hijo y se hizo devota del Tataghata.
Como esta, hay infinidad de parábolas en todas las religiones, sin embargo, en una de las más antiguas, Los vedas, se trata la partida de manera que incluso estudiosos de  la ciencia acepta sus preceptos, esta sabiduría ancestral que nos refiere al poema del Bhagavad Gita, y que es origen de infinidad de religiones antiguas y modernas , incluyendo el Budismo, hace referencia a que nuestro cuerpo no es más que un simple envoltorio, una herramienta que utiliza nuestro verdadero ser, este ser auténtico que es el que nos da la fuerza necesaria para vivir, esto es lo que conocemos como Alma.
El poema donde Srii Krishna enseña la profundidad de las cosas a su amigo Arjuna nos dice que el alma es inagotable, no tiene principio ni fin, no es creada ni destruida, y que al dejar el cuerpo, esta transmigra a otro más joven, más fuerte, que le permita concluir su misión como ser humano, esta misión es la de encontrar su verdadero yo.
El mundo materialista nos ha hecho olvidar esta parte de nuestra misión en la vida, nos ha hecho buscar la felicidad en el dinero, los bienes materiales, nuestras familias, hijos, esposos o esposas, en los placeres mundanos, en las pasiones perversas que solo nos proporcionan placer momentáneo, ¿alguna vez un rico ha escapado en forma definitiva de la muerte?, no, hasta donde sé no.
Esta reflexión no implica que el dinero no sea necesario para vivir, en nuestro mundo occidentalizado y materialista lo es.
Regresando al concepto de Alma, ¿Qué es?, ¿Dónde se encuentra?,
Srila  Prabuphada, un filósofo devoto de  la Suprema Personalidad de Dios, Srii Krishna, nos señala que el Vedanta Sutra inicia con el aforismo “¿Cuál es la naturaleza del ser aposentado en el cuerpo?
Esto en verdad es simple, de acuerdo con Srila Prabuphada, existe un principio activo que hace que el cuerpo se mueva, cuando está ausente el cuerpo ya no se mueve. El cuerpo que contiene este principio activo continuamente está moviéndose y cambiando, cuando carece de él, ni cambia ni se mueve.
De hecho, nuestra Alma transmigra de cuerpos durante nuestra existencia en innumerables momentos, es decir el alma que es nuestro yo, al momento de dejar el cuerpo, suponiendo que este cuerpo vivió su tiempo adecuado, ya ocupó varios cuerpos, esto es verdad si tenemos en cuenta que al nacer nuestro cuerpo es uno, luego la juventud, la madurez, y la vejez implica tener varios cuerpos que degeneran, de acuerdo con la vida que lleve la persona, lo único que permanece impasible es el alma.
Esto se puede comprobar, a partir de que el ser toma consciencia, cuando le preguntas a una persona como se siente, cualquiera que sea la edad que tenga, por lo general te dirá que bien, que se siente como si fuera un joven, aunque su cuerpo tenga movimientos torpes debido a la edad, esto es porque para el alma el tiempo no existe, el deterioro corporal no afecta al verdadero yo.
En el Bhagavad Gita se dice que quién es consciente del yo, nada ansía ni lamenta, es ecuánime con todos. (los hombres, animales, todos los seres) ya que sabe que todos llevan un alma que es parte del todo, del Universo o Dios, como le quieran llamar.
Esta es la consciencia del verdadero yo, el no pensar yo soy el cuerpo con un alma sino pensar yo soy un alma espiritual dentro de un cuerpo temporal, esto último es tener consciencia del principio activo mientras que el primer pensamiento nos hace conscientes del cuerpo, es por eso que se erigen estatuas y monumentos a los cuerpos de las personas fallecidas, pero nunca se conmemora el alma.
El principio védico de que “Quien es un alma consciente de Dios a nada le teme” lo encontramos en varias religiones como la cristiana y otros cultos derivados de ella, en otras palabras pero en esencia lo mismo, pero bien ¿Cuál es su significado?. Cuando el ser humano reconoce al verdadero yo y acepta con humildad que esta alma es emanada del alma universal o yo supremo o la Suprema Personalidad de Dios, como le quiera llamar, Yavhe, Jehová, Alá, Universo, a que le puede temer el hombre, ¿a la muerte?, ¡jamás!, ya que lo que va a desaparecer para convertirse en polvo es un cuerpo, el verdadero yo no muere, este solo tiene dos caminos: regresar a la consciencia Universal o transmigrar a otro cuerpo, esto último es la rueda del samsara.
En las religiones orientales, emanadas del hinduismo, la razón de nuestra existencia como seres humanos es abandonar el samsara, es regresar a la fuente original, al Dios, Universo, sin tener que reencarnar o renacer, incluso si este renacimiento se da como semidios o como humano y esto solo se puede lograr mediante una evolución espiritual del hombre, un dedicarse a generar Karma bondadoso.
La reencarnción, renacimiento o transmigración del alma, se utilizan como sinónimos en la cultura oriental que acepta la reencarnación como parte de su filosofía, se realiza cuando el alma abandona  el cuerpo temporal, unos dicen que es inmediata, otros que el alma retorna a la fuente original en tanto escoge el cuerpo que ocupará en adelante y de ahí ocupa el cuerpo elegido a través de la semilla del hombre, dando origen a un nuevo ser, esta es la razón por la que no se debe permitir el aborto ni la matanza de seres vivos. En el caso del primero, se está evitando que un alma se desarrolle en el ambiente preciso, en el correcto que permitirá su evolución para unirse con el infinito, teniendo que ocupar un cuerpo que no le correspondía en esa etapa de su ascenso.
En el caso de matar, evitamos que el ser concluya el ciclo natural de la  vida teniendo que renacer de nuevo en la misma  especie para poder concluir su experiencia y aprendizaje, lo que retrasa su evolución espiritual, aunque esto no significa que matemos el alma.
En el caso del renacimiento como humano, las escrituras nos dicen que renaceremos de acuerdo con nuestros últimos pensamientos y deseos, por eso es necesaria la consciencia en el momento de abandonar nuestro cuerpo temporal, al estar conscientes podemos dirigir nuestro último pensamiento a la Consciencia Suprema, a desear alcanzar nuestra liberación del samsara, no dejemos que nos suceda lo que al Rey Bharata, que por estar apegado a un ciervo, lo que lo hizo  abandonar su servicio devocional a la Suprema Personalidad de Dios, Srii Krishna, y dirigir su último pensamiento a este animalito que lo acompañó al final de sus días, renació como un Venado.
Aquellos que están muy apegados a los excesos de la comida, lo que en algunas culturas se conoce como el pecado de la gula, El Universo les concede el deseo que tienen en su mente y renacen como cerdos, esto como ejemplo. Aquel que en su último pensamiento menciona alguno de  los  nombres sagrados, tendrá la bendición de  la Suprema Personalidad de Dios, Srii Krishna, Dios, el Universo o como quieran llamarle, este es el origen de la aplicación de los sagrados óleos en la religión católica, se trata que el moribundo, aún sin estar despierto, escuche y piense en Dios, como lo conciben.
Bien, hasta aquí por hoy, y recuerden que son responsables por la forma en que decidan reencarnar o renacer, si creen en esta filosofía, y además, debemos tratar con bondad y compasión a los demás seres sintientes, pueden ser nuestros queridos parientes o amigos ya fallecidos en un nuevo cuerpo.
NAMASKAR
SARAHA (GAZA)