viernes, 15 de noviembre de 2013

LA PRACTICA DE IGUALARSE UNO MISMO CON LOS DEMÁS

“EN PRIMER LUGAR, DEBO PRACTICAR LA MEDITACIÓN DE IGUALARME CON LOS DEMÁS. PUESTO QUE TODOS SOMOS IGUALES EN QUE DESEAMOS SER FELICES Y EVITAR EL SUFRIMIENTO, DEBO ESTIMAR A TODOS LOS SERES COMO A MI MISMO”
GUIA DE LAS OBRAS DEL BODHISATVA
Que todos los budas y sus emanaciones los colmen de bendiciones; en la entrega de hoy, quiero compartir este hermoso fragmento que me encontré de un gran erudito indio budista y maestro de meditación de fines del siglo VI.
Al meditar en el significado de este verso, me encuentro con enseñanzas comunes a todas las religiones, algo así como “quiere a tu prójimo como a ti mismo”, o bien me hizo recordar la famosa regla de oro “no hagas a otros lo que no quieras que te hagan”, frase que en mi vida profesional de motivador y capacitador mencione en múltiples ocasiones aunque tal vez sin comprender del todo el significado real o  sin pensar en el enfoque budista que le proporciona una profundidad increíble a estas frases.
En primer lugar, Shantideva nos recuerda que debemos apreciar esta valiosa existencia humana, ya que sin ella no nos sería posible aspirar a la liberación o alcanzar la iluminación. El estimarme no significa de ninguna manera mantener el aferramiento propio que es el que nos lleva a creer que poseemos existencia inherente lo que nos crea la idea de ser  más importantes que los demás y que provoca que la estimación propia crezca de tal forma que incrementemos por tal motivo nuestras perturbaciones mentales tales como el odio, la ira, los celos, la envidia, etc.
El estimarme a mí mismo es cuidarme con el afán último del budismo, alcanzar la iluminación para poder beneficiar a todos los seres sintientes, recordar que poseo el potencial de la budeidad al igual que todos los seres y que al igual que ellos soy capaz de alcanzar la iluminación en esta existencia siempre y cuando siga los preceptos y la enseñanza que el Dharma nos proporciona.
Sin embargo, la segunda parte es la difícil, el llegar a considerar verdaderamente a los demás igual a uno mismo es algo que a la mayoría le cuesta trabajo, incluso entre practicantes laicos es notoria la dificultad que esta práctica conlleva.
En una ocasión, durante una plática con practicantes laicos comentábamos precisamente la igualdad que debe existir entre los seres humanos y algunos manifestaban que aunque eran iguales en creencia no lo eran en títulos profesionales o conocimientos mundanos, evidentemente entre ellos existía una estimación propia sumamente predominante, esta estimación es lo que hace que el hombre o mujer sean arrogantes, prepotentes y ejerzan discriminación entre sus congéneres sea cual sea la práctica religiosa que digan practicar.
El estimar a los demás como a uno mismo o igualarse, es el inicio de la compasión, el asomo a la intención de alcanzar la bodichita convencional, cuando menos, su práctica implica velar y hacer lo imposible por que los demás, al menos lo que nos rodean, sean felices, evitar la ofensa de palabra y física, evitar hablar mal de los otros, ser complaciente dentro de lo lógico y ético, por supuesto, si la complacencia es que nos  pidan matar a otro ser vivo, por convicción religiosa, ética y generación de karma con efectos negativos es necesario negarnos, aunque esto sea causa de infelicidad y sufrimiento en la persona que hace la petición ya que complacerla significará mayor sufrimiento para ambos en el futuro. Hay que usar el sentido común.
En nuestro mundo occidental, específicamente en el continente americano,  es complicado igualar a los otros con uno mismo, el estereotipo está establecido desde los tiempos de la conquista de América, incluso dentro de los mismos integrantes de las diferentes etnias que componen la América nativa, existe la discriminación. Los que tienen apellidos con origen europeo discriminan a los que conservan los apelativos nativos o atesoran la tradición cultural de sus ancestros.
De igual forma, sin tener la realización de igualarnos con los demás, siempre consideraremos al YO, como el más importante sobre todos los otros, nunca consideraremos que los demás son más importantes que yo mismo. Cuando le damos la importancia que merecen los demás, empezaremos a llevar una vida más plena, los conflictos familiares, profesionales o de relaciones públicas o bien se acaban o disminuyen notoriamente.
Shantideva nos proporciona el método para iniciar nuestro camino hacia la Compasión Universal, este método se menciona en el mismo verso. Este consiste en  incluir en nuestra meditación diaria la contemplación acerca de este verso, el aplicar la meditación analítica para llegar a la convicción de que los demás son iguales a nosotros, cualquiera que sea su creencia religiosa, siempre el ser humano va a querer evitar el sufrimiento y alcanzar la felicidad  aunque los medios que utilice no sean los correctos.
Una vez que tengamos la visualización de la igualdad, debemos meditar de manera convergente sobre esta igualdad, primero con nuestros seres cercanos, amigos, parientes, luego con los que consideramos nuestros enemigos y luego con todos los seres sintientes del universo.

 Practiquen esta meditación y notarán un gran cambio en sus vidas. 

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