“LA COMPASIÓN ES LA MADRE DE TODOS LOS BUDAS, EL TESORO MAS PRECIADO DE
LOS BODHISATVAS Y EL AMIGO INADVERTIDO DE LOS SERES MIGRATORIOS. ¡QUE LA
COMPASIÓN ME PROTEJA!”
EL
PRECIOSO ROSARIO DE CRISTAL
LAMA
TAYANG
Benditos y sagrados
días tengan todos, hoy me quiero centrar en platicar acerca de un concepto que en la tradición budista,
cualquiera que esta sea, es de vital importancia, sobre todo en el desarrollo
del ser; es la base de la aspiración pura de todo practicante, sea monje,
monja, laico o laica.
Incluso, en
cualquier otra religión es una de las virtudes que se debe de practicar para
poder aspirar a la santidad, o cuando menos, a no caer en el infierno o sufrir
males peores.
Este concepto
es el de la compasión, un concepto demasiado amplio aunque nominalmente sea de
solo nueve caracteres, tan amplio que tocar el tema completo abarcaría una obra
de varios centenares de hojas. En este breve espacio proporcionaremos tan solo
una efímera idea que nos permita tan solo vislumbrar el portal de nuestra
liberación y tal vez de la tan ansiada Iluminación.
Lo que hace
tan importante a la compasión es el deseo común de todos los seres humanos, de
librarnos del sufrimiento y poder ser felices, ansia a la que ya hemos aludido
en anteriores entregas, esto significa el terminar con nuestros problemas, sin
embargo, los seres humanos de la actualidad perciben con angustia y frustración
que sus problemas en vez de disminuir se incrementan elevando con esto los
niveles de sufrimiento e infelicidad de las personas por lo que éstas continúan
una búsqueda estéril de resultados en el exterior aspirando a que con fenómenos
materiales se pueda apaciguar este sufrir.
Los que somos
practicantes budistas estamos convencidos de que la única y verdadera forma de
librarse del sufrimiento y alcanzar la felicidad es a través del camino del
Dharma, de su práctica de poder asentar nuestra mente y dominar nuestras
desbocadas emociones, buscar la felicidad dentro de nosotros mismos, no fuera
de nuestro ser.
Sin embargo,
para poder lograr esta búsqueda debemos iniciar con sentir compasión por los
demás seres sintientes. Al decir compasión no quiero significar pena o lástima,
tampoco lo es el pobretear a las personas diciendo “pobrecito de Juan, mira que
mal le va”, eso no es sentir compasión por los demás.
El sentir
compasión tiene mucho de común con el término moderno utilizado por las
ciencias de la conducta o del desarrollo humano conocido como empatía. Este
término se define como ponerse en los zapatos de la otra persona, pero, ¿basta
con esta conceptualización para decir que soy empático?, no, no es suficiente.
En muchas
ocasiones, y a manera de ilustración, recordemos que hay ocasiones en que mencionamos, cuando nos encontramos con
alguien que está sufriendo: “Oh, no sabes cuánto lo siento, se por lo que estás
pasando”; sin embargo en ciertas situaciones no lo decimos de corazón, sino
simplemente por mero compromiso social y es un hecho que no puedo compartir
algo por lo que no he pasado o no siento como mío, eso no es ser empático ni
sentir compasión por los demás.
El ser
empático es que si tu lloras por algo me convierto en parte de ese sentimiento
y lloro contigo, La compasión es algo parecido, aunque superior, a veces, imposible de describir ya
que no basta con una comprensión intelectual, es un sentimiento sublime que
impulsa al ser a aspiraciones elevadas respecto a su práctica religiosa y con
relación a los otros.
La compasión
es hacernos uno con el sufrimiento de
los demás y desear con todo nuestro ser que esos seres se libren de sufrir y
alcancen la felicidad, es desear poder ayudar a los otros a alcanzar estados plenos
de gozo, aunque con desear no remediamos nada, también es importante el hacer,
debemos hacer algo para que estos seres se libren del sufrimiento, esto es
practicar la generosidad, virtud que va de la mano con la compasión y que será
tema de otra entrega.
Sin embargo,
dentro del contexto budista debemos preguntarnos si nosotros, simples hombres
con conocimientos incipientes, ¿podemos lograr que los seres humanos dejen el
sufrimiento y alcancen la felicidad, cuando de momento somos incapaces de
soportar nuestro sufrimiento?; debemos reconocer con humildad que solo los
Budas y Bodhisatvas son capaces de lograrlo puesto que ellos han alcanzado la
realización de la Gran compasión, entonces generemos, con base en nuestra
compasión, el sincero deseo de alcanzar la liberación y luego la iluminación
con el único objeto de ayudar a los demás
seres sintientes.
Por este
motivo, el Lama Tayang expresa que la compasión es la madre de los Budas y
Bodhisatvas ya que sin esta motivación no estarían determinados a alcanzar la
Budeidad o abrazar los votos del Bodhisatva para poder auxiliar a los seres
sintientes en su búsqueda por alejarse del sufrimiento y alcanzar la
liberación.
Este
sentimiento nos motiva, como budistas a perseguir y alcanzar las Bodichitas, convencional
y última, que son el primer paso hacia
la iluminación ya que la primera es el deseo superior de alcanzar la
iluminación para poder librar a todos los seres del sufrimiento y la segunda es
el deseo de que todos los seres dejen de sufrir.
Otra
motivación importante es la práctica de la seis paramitas sin temor para poder seguir los votos del Bodhisatva como lo marcan las enseñanzas de Budha
Sakyamuni y sus emanaciones. Si para
lograr lo anterior contamos con la guía de un maestro espiritual cualificado,
el camino se nos hará más fácil y no quedaremos a merced de una mera
interpretación intelectual que en lugar de ayudarnos con nuestra determinación
sea un estorbo u obstáculo para alcanzar el fin último del Budismo.
Sin embargo,
el camino para iniciarse en la práctica de la compasión es difícil ya que por
lo general cuando pensamos en nuestra situación somos los más importantes y los
demás pierden el valor que realmente tienen, esto se debe a nuestro
aferramiento propio, a la estimación propia, al apego y a la ignorancia que tenemos en
nuestro interior.
Cuando
comprendemos y aceptamos que mis sufrimientos son pocos y los seres sintientes
son innumerables como arenas del Ganges, podemos visualizar nuestro sufrimiento
como un insignificante grano de arena comparado con todos los granos que forman
la playa.
Al meditar en
esta situación, comenzamos a generar la compasión por los demás, si iniciamos
por nuestros seres más cercanos, familiares,
amigos, enemigos o neutros, entonces nos preocupamos por hacer lo
posible por que estos seres dejen el sufrimiento atrás, sentimos compasión por
ellos y nos damos cuenta que no solo nosotros estamos inmersos en este mundo de
pesares, y entonces nos preocuparemos por hacer felices a estos seres aunque
sea con pequeñas acciones que salgan verdaderamente de nuestro interior y que
fructifiquen en acciones virtuosas en beneficio de ellos, incluso nuestros
méritos emanados de estos actos virtuosos debemos ofrendarlos para que estas
personas alcancen la felicidad, de esta manera podemos ampliar poco a poco nuestra
compasión hasta abarcar a la totalidad de todos los seres sintientes.
Amigos,
meditemos en la compasión, descubramos que tan compasivos somos con la gente y
hagamos un hábito el generar el voto de la compasión en nuestro diario vivir
para poder alcanzar el mérito necesario para purificar nuestras acciones y
veremos cómo nuestra vida cambia, nuestras relaciones mejoran y nos llenamos de
paz y felicidad.
Que el Budha y
sus emanaciones los colmen de bendiciones.
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