lunes, 21 de octubre de 2013

“LA COMPASIÓN ES LA MADRE DE TODOS LOS BUDAS, EL TESORO MAS PRECIADO DE LOS BODHISATVAS Y EL AMIGO INADVERTIDO DE LOS SERES MIGRATORIOS. ¡QUE LA COMPASIÓN ME PROTEJA!”
EL PRECIOSO ROSARIO DE CRISTAL
LAMA TAYANG
Benditos y sagrados días tengan todos, hoy me quiero centrar en platicar acerca  de un concepto que en la tradición budista, cualquiera que esta sea, es de vital importancia, sobre todo en el desarrollo del ser; es la base de la aspiración pura de todo practicante, sea monje, monja, laico o laica.
Incluso, en cualquier otra religión es una de las virtudes que se debe de practicar para poder aspirar a la santidad, o cuando menos, a no caer en el infierno o sufrir males peores.
Este concepto es el de la compasión, un concepto demasiado amplio aunque nominalmente sea de solo nueve caracteres, tan amplio que tocar el tema completo abarcaría una obra de varios centenares de hojas. En este breve espacio proporcionaremos tan solo una efímera idea que nos permita tan solo vislumbrar el portal de nuestra liberación y tal vez de la tan ansiada Iluminación.
Lo que hace tan importante a la compasión es el deseo común de todos los seres humanos, de librarnos del sufrimiento y poder ser felices, ansia a la que ya hemos aludido en anteriores entregas, esto significa el terminar con nuestros problemas, sin embargo, los seres humanos de la actualidad perciben con angustia y frustración que sus problemas en vez de disminuir se incrementan elevando con esto los niveles de sufrimiento e infelicidad de las personas por lo que éstas continúan una búsqueda estéril de resultados en el exterior aspirando a que con fenómenos materiales se pueda apaciguar este sufrir.
Los que somos practicantes budistas estamos convencidos de que la única y verdadera forma de librarse del sufrimiento y alcanzar la felicidad es a través del camino del Dharma, de su práctica de poder asentar nuestra mente y dominar nuestras desbocadas emociones, buscar la felicidad dentro de nosotros mismos, no fuera de nuestro ser.
Sin embargo, para poder lograr esta búsqueda debemos iniciar con sentir compasión por los demás seres sintientes. Al decir compasión no quiero significar pena o lástima, tampoco lo es el pobretear a las personas diciendo “pobrecito de Juan, mira que mal le va”, eso no es sentir compasión por los demás.
El sentir compasión tiene mucho de común con el término moderno utilizado por las ciencias de la conducta o del desarrollo humano conocido como empatía. Este término se define como ponerse en los zapatos de la otra persona, pero, ¿basta con esta conceptualización para decir que soy empático?, no,  no es suficiente.
En muchas ocasiones, y a manera de ilustración, recordemos que hay ocasiones en que  mencionamos, cuando nos encontramos con alguien que está sufriendo: “Oh, no sabes cuánto lo siento, se por lo que estás pasando”; sin embargo en ciertas situaciones no lo decimos de corazón, sino simplemente por mero compromiso social y es un hecho que no puedo compartir algo por lo que no he pasado o no siento como mío, eso no es ser empático ni sentir compasión por los demás.
El ser empático es que si tu lloras por algo me convierto en parte de ese sentimiento y lloro contigo, La compasión es algo parecido, aunque  superior, a veces, imposible de describir ya que no basta con una comprensión intelectual, es un sentimiento sublime que impulsa al ser a aspiraciones elevadas respecto a su práctica religiosa y con relación a los otros.
La compasión es  hacernos uno con el sufrimiento de los demás y desear con todo nuestro ser que esos seres se libren de sufrir y alcancen la felicidad, es desear poder ayudar a los otros a alcanzar estados plenos de gozo, aunque con desear no remediamos nada, también es importante el hacer, debemos hacer algo para que estos seres se libren del sufrimiento, esto es practicar la generosidad, virtud que va de la mano con la compasión y que será tema de otra entrega.
Sin embargo, dentro del contexto budista debemos preguntarnos si nosotros, simples hombres con conocimientos incipientes, ¿podemos lograr que los seres humanos dejen el sufrimiento y alcancen la felicidad, cuando de momento somos incapaces de soportar nuestro sufrimiento?; debemos reconocer con humildad que solo los Budas y Bodhisatvas son capaces de lograrlo puesto que ellos han alcanzado la realización de la Gran compasión, entonces generemos, con base en nuestra compasión, el sincero deseo de alcanzar la liberación y luego la iluminación con el único objeto de ayudar a los demás  seres sintientes.
Por este motivo, el Lama Tayang expresa que la compasión es la madre de los Budas y Bodhisatvas ya que sin esta motivación no estarían determinados a alcanzar la Budeidad o abrazar los votos del Bodhisatva para poder auxiliar a los seres sintientes en su búsqueda por alejarse del sufrimiento y alcanzar la liberación.
Este sentimiento nos motiva, como budistas a perseguir y alcanzar las Bodichitas, convencional  y última, que son el primer paso hacia la iluminación ya que la primera es el deseo superior de alcanzar la iluminación para poder librar a todos los seres del sufrimiento y la segunda es el deseo de que todos los seres dejen de sufrir.
Otra motivación importante es la práctica de la seis paramitas sin temor para poder  seguir los votos del Bodhisatva  como lo marcan las enseñanzas de Budha Sakyamuni y sus emanaciones. Si   para lograr lo anterior contamos con la guía de un maestro espiritual cualificado, el camino se nos hará más fácil y no quedaremos a merced de una mera interpretación intelectual que en lugar de ayudarnos con nuestra determinación sea un estorbo u obstáculo para alcanzar el fin último del Budismo.
Sin embargo, el camino para iniciarse en la práctica de la compasión es difícil ya que por lo general cuando pensamos en nuestra situación somos los más importantes y los demás pierden el valor que realmente tienen, esto se debe a nuestro aferramiento propio, a la estimación propia,  al apego y a la ignorancia que tenemos en nuestro interior.
Cuando comprendemos y aceptamos que mis sufrimientos son pocos y los seres sintientes son innumerables como arenas del Ganges, podemos visualizar nuestro sufrimiento como un insignificante grano de arena comparado con todos los granos que forman la playa.
Al meditar en esta situación, comenzamos a generar la compasión por los demás, si iniciamos por nuestros seres más cercanos, familiares,  amigos, enemigos o neutros, entonces nos preocupamos por hacer lo posible por que estos seres dejen el sufrimiento atrás, sentimos compasión por ellos y nos damos cuenta que no solo nosotros estamos inmersos en este mundo de pesares, y entonces nos preocuparemos por hacer felices a estos seres aunque sea con pequeñas acciones que salgan verdaderamente de nuestro interior y que fructifiquen en acciones virtuosas en beneficio de ellos, incluso nuestros méritos emanados de estos actos virtuosos debemos ofrendarlos para que estas personas alcancen la felicidad, de esta manera podemos ampliar poco a poco nuestra compasión hasta abarcar a la totalidad de todos los seres sintientes.
Amigos, meditemos en la compasión, descubramos que tan compasivos somos con la gente y hagamos un hábito el generar el voto de la compasión en nuestro diario vivir para poder alcanzar el mérito necesario para purificar nuestras acciones y veremos cómo nuestra vida cambia, nuestras relaciones mejoran y nos llenamos de paz y felicidad.

Que el Budha y sus emanaciones los colmen de bendiciones.

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