viernes, 11 de enero de 2013

BUDISMO Y BUDISTAS (2A PARTE


BUDISMO Y BUDISTAS (segunda parte)
No creáis nada por el simple hecho de que muchos lo crean o finjan que lo creen, creedlo después de someterlo al dictamen de la razón y a la voz de la conciencia .” 
                                                                                                              (Siddhartha Gautama) 
En nuestra entrega anterior, reflexionamos acerca de lo que es el budismo, ahora nos toca cavilar acerca de lo que significa ser budista, considerando a los practicantes laicos, sin meternos con el clero budista ya que ello implicaría juzgar si cumplen con los preceptos impuestos por sus órdenes o si llevan al cabo la práctica de la humildad, el amor y la misericordia y, como practicante laico, por respeto me abstengo de opinar acerca de ese tema, ya que no he pasado por la experiencia de ser un monje budista, al menos en esta existencia .
Deseo iniciar esta segunda parte con el siguiente  fragmento:
“El que de verdad busca el camino avanza siempre con una firme determinación, luchando continuamente con el alma. Su alma no se inmuta ante las burlas y los insultos.  Aunque otro levante los puños y le tire piedras o le hiera con la espada, en su alma no nace el sentimiento de la ira.” (mahatthipadopamma-sutta)
Siento que el Budista es una persona activa, que siempre está en una lucha constante para vencerse a sí mismo, aún se encuentre en un estado profundo de meditación o se encuentre recitando los mantras sagrados sumido en un estado de sammadhi, en su interior está librando la batalla más importante de ese momento de vida: el dominar su traviesa mente.
Sin embargo, un budista no solo tiene que luchar por vencer a su mente, debe batallar incesantemente por cambiar su estado de vida, por modificar los efectos de su karma, por transformarse a sí mismo para poder cambiar su entorno.
Un budista es tolerante con otras creencias religiosas ya que es incluyente, por lo que comprende y trabaja en conjunto con otras doctrinas o corrientes filosóficas aún distintas a la suya.
Un budista perdona, ya que en su corazón no tiene cabida el resentimiento, la ira o el odio, y en caso de existir es capaz de cambiar el veneno en medicina.
Un budista está consciente de su realidad, de su momento presente, no se preocupa por quién lanzó la flecha que lo hirió sino que su interés radica en sacar la flecha y aplicar el antídoto que le salve la vida.
Un budista es aquel que transita por el camino medio sin dejarse llevar por las pasiones de la vida terrenal ni por las angustias que genera la vida de sacrificio autoimpuesta. Un budista transita por  el Óctuple Camino perfeccionando cada día su práctica, sin dejarse derrotar, valora la naturaleza que lo rodea ya que forma parte de ella, y busca ayudar a todos aquellos seres que aún están en el estado de sufrimiento a través de la compasión, la humidad y el ejemplo.

El ser budista no es para personas débiles, ya que implica determinación, coraje, valor. Determinación para continuar con nuestra práctica a pesar de todos los obstáculos que se nos presenten, así como para cambiar nuestra condición de vida.
Coraje para enfrentar nuestra existencia y cambiar nuestra condición de vida, tanto material como espiritual; coraje para luchar aún en contra de las circunstancias y lograr nuestros objetivos de vida, de espiritualidad y de ser.
Valor para enfrentarse a sí mismo y no espantarse con lo que descubra de su ser, sus emociones y sus temores. Valor para enfrentar los demonios que nos invaden y valor para derrotarlos, en fin, valor para vivir y tener una existencia feliz, tanto en esta vida como en futuras existencias evitando caer en el infierno del sufrimiento incesante.
Preguntémonos ¿soy realmente un budista?, si encontramos alguna duda en nuestro corazón, analicemos nuestros sentimientos, emociones y principalmente nuestra práctica y reencontremos nuestro camino, solo de esta manera alcanzaremos la felicidad que la filosofía budista nos ofrece.
Benditos sean

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