domingo, 5 de mayo de 2013

LAS NUEVE CONCIENCIAS, (1a PARTE)


LAS NUEVE CONCIENCIAS (1ª PARTE.)

NO CREAIS NADA POR ELSIMPLE HECHO DE QUE MUCHOS LO CREAN O FINJAN CREERLO, CREEDLO DESPUÉS DE SOMETERLO AL DICTAMEN DE LA RAZÓN Y A LA VOZ DE LA CONCIENCIA
BUDHA

Uno de los conceptos más interesantes del Budismo es el de las nueve conciencias, estas conciencias nos acompañan desde el momento de la concepción hasta nuestra muerte, e incluso después de ella en un continuo hasta que logramos detener la rueda del samsara.
La comprensión de las nueve conciencias nos permite incrementar nuestra cuenta de  méritos y crear causas que nos permitan el disfrute de  la existencia en este mundo saha, así como aprovechar al máximo nuestra experiencia de vida, aun cuando estos son niveles que se esparcen entre el mundo físico y espiritual, confirmando con esto que lo material y espiritual no están separados sino que conforman un todo, tal como se explica en el Tao y se expresa en el símbolo del Yin y el Yang, que aunque sin ser budistas son elementos que ayudan y  complementan nuestra visión acerca de las cosas fenomenómicas de nuestra existencia.
Esta percepción nos lleva a analizar los dos conceptos importantes de nuestra existencia, el cuerpo y la mente, considerando el cuerpo como la parte material, física aquella que podemos tocar, ver y sentir y la mente es el aspecto espiritual, el ámbito del pensamiento, aquella parte sutil de nuestro ser que no podemos ver ni sentir pero que sabemos que está allí, que existe y que nos mueve a ser como somos.
Lógicamente estas dos cosas, el cuerpo y la mente, no se pueden separar, al menos no en este mundo físico, no hay cuerpo sin mente y no existe la mente como tal sin la participación del cuerpo a través del cerebro que es la parte material de la mente.
De las nueve conciencias cinco se relacionan con la parte material del ser y cuatro con la parte espiritual, las que corresponden a la parte material se relacionan con los cinco sentidos ya conocidos por todos nosotros y que nos enseñan desde la infancia, en nuestra etapa escolar. Las nueve son:
        1ª conciencia: sentido del tacto
        2ª conciencia: sentido del gusto
        3ª conciencia: sentido del olfato
        4ª conciencia: sentido del oído
        5ª conciencia: sentido de la vista
        6ª conciencia: integración y percepción
       7ª conciencia: mano conciencia
        8ª conciencia: conciencia Alaya
        9ª conciencia: Budeidad.
Es increíble percibir que las nueve conciencias se hacen presentes en nuestra vida diaria, las utilizamos aun sin darnos cuenta de ello, a excepción de las personas que lamentablemente carecen de alguna de las primeras cinco por algún accidente o por causas genéticas,   todos los demás podemos disfrutar y aprovechar su beneficio, inclusive aquellos que no puedan contar con alguna de ellas ya que  las demás sustituyen a la faltante.
La primera de las conciencias es el sentido del tacto, esta pertenece al mundo material igual que las primeras cinco, es lo que nos hace sentir y percibir a través de nuestra piel los estímulos generados por los  diversos elementos, cosas e incluso personas, sin embargo, la conciencia no radica en tener el sentido del tacto, ya que todos los seres vivientes y sintientes lo tenemos, la sabiduría del sentir radica en nuestra capacidad para disfrutar los estímulos recibidos con pleno conocimiento de nuestras sensaciones, identificando cada uno de los estímulos, percibiendo lo que realmente nos quieren decir, ya que forman parte de un mecanismo de comunicación.
Recuerda querid@ herman@, si has tenido la oportunidad de ser padre o de estar con un bebé, la belleza que se transmite al tocar su piel tersa, suave, o cuando acaricias un animal con piel mullida, la sensación que experimentas.
El tener conciencia del tacto nos protege de muchas cosas, del calor, del frío y en otros casos, nos avisa   del dolor o enfermedad. Nos ayuda a escuchar a nuestro cuerpo, ya que a través de lo que nuestro cuerpo nos comunica podemos detener  o incrementar alguna actividad física, además, podemos transmitir nuestros sentimientos a otros seres sintientes, una caricia tibia nos acerca a un ser querido mientras que la brusquedad de la misma provoca alejamiento. Reflexiona acerca de la importancia de estar concientes de nuestro sentido del tacto.
La segunda conciencia es la del gusto, a través de desarrollar esta conciencia, podemos distinguir verdaderamente los cinco sabores y saber cuando alguno es benéfico para nosotros y cuando no, el gusto en sus principios ayuda al niño recién nacido a encontrar el sabor del alimento en la leche materna, sin importar de donde provenga, ya desarrollado podemos distinguir de un veneno y un alimento saludable, e incluso, nuestro cuerpo nos protege a través del sentido del gusto ya que nos hace rechazar alimentos que podrían hacernos mal. Debemos entrenar a nuestro sentido del gusto en la conciencia de los alimentos para poder elegir, aún sin ver, aquellas comidas que sean beneficiosas para nuestra salud.
La tercera conciencia es el sentido del olfato, este sentido está íntimamente relacionado con la conciencia anterior ya que el olor de los alimentos nos ayuda a identificar el sabor de los mismos, además, con la participación de ambos se genera el apetito, mecanismo que nos mantiene vivos a través del deseo de ingerir alimentos.
El olfato desarrollado nos ha protegido a través de los siglos, es por ello que una cría reconoce a su madre, aún antes de poder identificarla visualmente, de igual forma influye en el proceso de procreación ya que los seres vivos se sienten atraídos o rechazados por el olor de su contraparte.
Cuando un ser humano recupera la conciencia olfativa, es capaz de reconocer incluso el olor de las feromonas emitidas por seres del género opuesto, esta cualidad se considera latente en los seres humanos, se ha opacado  principalmente por el uso de perfumes y lociones que nulifican el aroma de las feromonas sexuales, es por ello que el ser humano ha dejado incluso de producirlas en cantidad suficiente para que su par femenino o masculino sea capaz de sentirlas y sentirse influenciado por ellas.
Es muy triste encontrarnos personas que han perdido la conciencia olfativa, no por algún accidente sino por falta de uso, y que no pueden disfrutar del aroma de las flores, del pasto recién cortado, del olor del bosque, de las aguas tranquilas de una laguna o del aroma salobre del mar por la simple razón de haber descuidado el desarrollo de esta conciencia.
Recordemos que los animales marcan su factor de sobrevivencia en la conciencia olfativa, tanto para  delimitar su territorio, defenderse o huir como para aparearse y procrear manteniendo viva a su especie.  

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