“El alma no nace ni muere, siempre existió, existe y existirá, no nace,
es eterna, siempre existente, primordial. No muere cuando se mata al cuerpo”
BHAGAVAD GITA 2.20
Bendiciones a
todos los seres sintientes.
Estamos por entrar a uno de los meses en los que se
recuerda a los ausentes, un mes que aunque a algunos les trae recuerdos tristes
por la partida de los seres queridos, también les regocija brindarles alguna
ofrenda como recordatorio de su existencia y del amor que se les tiene.
Dependiendo de
la cultura y del país, el culto a los muertos es algo esperado, algo que
significa un reencuentro, una visita que a veces se prolonga por todo el mes.
Las ceremonias involucradas en este tiempo para algunos, como los países centro
y sudamericanos, son una mezcla de tradiciones amestizadas, por un lado el
culto a la muerte practicado por las culturas mesoamericanas y prehispánicas y
por otro las costumbres adicionadas por los conquistadores europeos. Para otras
culturas, como la celta, (festival del
Samahin) significa la atenuación del velo que divide este mundo del otro,
facilitando la comunicación espiritual entre ambos.
La muerte siempre ha sido algo que causa temor, son pocos los países, México
es uno de ellos, donde se satiriza la muerte y se le festeja incluso con
alegría, la muerte está asociada con la obscuridad, al dolor a la pérdida, a
las partidas sin retorno. Toda esta asociación produce sufrimiento en los seres
humanos.
Sin embargo,
¿Qué nos produce este sufrimiento?, si tomamos como contexto las milenarias
enseñanzas contenidas en el Bhagavad Gita, y vertidas por Sri Krishna a su
amigo Arjuna, podemos ubicar nuestro sufrimiento en nuestro ego, en nuestro
apego a las cosas, personas, al desconocimiento de nosotros mismos, el no aceptar nuestro origen divino, nuestro
ser espiritual.
Tal vez la única
realidad y verdad es que nuestro sino es la muerte, es la única certidumbre que
tiene el ser humano, y aún esta certidumbre es inconcebible para muchos hombres
y mujeres, pero ¿Qué es la muerte?, ¿es un paso a otra vida?, ¿es el fin de
todo?, ¿hay algo más allá de la muerte que nos proporcione una esperanza?, ¿hay
un renacimiento o reencarnación?
Son algunas de
las preguntas que se hace el ser humano, y muchas más acerca de lo que nos
espera al cruzar el umbral y que lo llenan de esperanza de sobrevivir a esta
existencia, y esta esperanza es lo que aprovechan muchos cultos, sectas y religiones
para dominar a sus seguidores , pero ¿realmente que sucede?
Unas religiones
nos aseguran que al morir nos espera el juicio final, que todas nuestras
acciones pasadas son puestas en una
balanza y de acuerdo al resultado nos ubican en el infierno o en el paraíso,
pero ¿qué es lo que ubican?, ¿nuestro cuerpo? O algo más, eso es algo que no
nos dicen, que queda entre líneas que es guardado como un secreto sagrado, ese
algo más es el alma, el verdadero yo.
Otras
tradiciones religiosas nos hablan de que
de acuerdo con nuestras acciones, Karma, nuestra alma transmigra a otro cuerpo
el cual puede ser humano o no. La tradición védica nos señala que existen
8!400,000 especies en las que podemos renacer desde una minúscula bacteria
hasta un ser humano como símbolo de mayor evolución, ¡hasta en eso es soberbio
el hombre!.
Lo cierto es que
todos tenemos que morir, una Ley Budista nos habla de que todo lo que empieza
termina, todo tiene un principio y un fin y si el universo es parte de esta
Ley, el hombre que es como un grano de arena en la inmensidad de todas las
playas de la tierra, ¿por qué sería la excepción?.
Existe una
parábola budista que siempre me ha gustado y que repito cuando la ocasión lo
amerita: “Un día, cuando el Perfecto Iluminado caminaba por un aldea
transmitiendo sus enseñanzas, se le acercó una mujer que en brazos llevaba el
cadáver de su hijo y que presa de dolor y sufrimiento clamó al Que así llega:
--Señor, tu que
todo lo puedes y que tienes los poderes de los seres iluminados, has que mi hijo
recupere la vida, que vuelva el alma a su cuerpo y que haga tan feliz a esta su
madre
Suplicaba la
mujer, a lo que el Honrado por el Mundo respondió:
-
“Mujer, realmente puedo hacer lo que me pides,
solo te pongo una condición, recorre el mundo y si encuentras una sola casa o
familia donde no haya muerto algún familiar o Yama no haya puesto su pie, en
ese momento le devolveré el alma a tu amado hijo”.
En ese momento,
la mujer comprendió que la muerte es una realidad de la vida, que entra a todos
los hogares y visita a todas las familias y que nadie escapa a su influencia,
en ese instante, la mujer aceptó la partida de su hijo y se hizo devota del
Tataghata.
Como esta, hay
infinidad de parábolas en todas las religiones, sin embargo, en una de las más
antiguas, Los vedas, se trata la partida de manera que incluso estudiosos
de la ciencia acepta sus preceptos, esta
sabiduría ancestral que nos refiere al poema del Bhagavad Gita, y que es origen
de infinidad de religiones antiguas y modernas , incluyendo el Budismo, hace
referencia a que nuestro cuerpo no es más que un simple envoltorio, una
herramienta que utiliza nuestro verdadero ser, este ser auténtico que es el que
nos da la fuerza necesaria para vivir, esto es lo que conocemos como Alma.
El poema donde
Srii Krishna enseña la profundidad de las cosas a su amigo Arjuna nos dice que
el alma es inagotable, no tiene principio ni fin, no es creada ni destruida, y
que al dejar el cuerpo, esta transmigra a otro más joven, más fuerte, que le
permita concluir su misión como ser humano, esta misión es la de encontrar su
verdadero yo.
El mundo
materialista nos ha hecho olvidar esta parte de nuestra misión en la vida, nos
ha hecho buscar la felicidad en el dinero, los bienes materiales, nuestras
familias, hijos, esposos o esposas, en los placeres mundanos, en las pasiones
perversas que solo nos proporcionan placer momentáneo, ¿alguna vez un rico ha
escapado en forma definitiva de la muerte?, no, hasta donde sé no.
Esta reflexión
no implica que el dinero no sea necesario para vivir, en nuestro mundo occidentalizado
y materialista lo es.
Regresando al
concepto de Alma, ¿Qué es?, ¿Dónde se encuentra?,
Srila Prabuphada, un filósofo devoto de la Suprema Personalidad de Dios, Srii Krishna,
nos señala que el Vedanta Sutra inicia con el aforismo “¿Cuál es la naturaleza del ser aposentado en el cuerpo?
Esto en verdad
es simple, de acuerdo con Srila Prabuphada, existe un principio activo que hace
que el cuerpo se mueva, cuando está ausente el cuerpo ya no se mueve. El cuerpo
que contiene este principio activo continuamente está moviéndose y cambiando,
cuando carece de él, ni cambia ni se mueve.
De hecho,
nuestra Alma transmigra de cuerpos durante nuestra existencia en innumerables
momentos, es decir el alma que es nuestro yo, al momento de dejar el cuerpo,
suponiendo que este cuerpo vivió su tiempo adecuado, ya ocupó varios cuerpos,
esto es verdad si tenemos en cuenta que al nacer nuestro cuerpo es uno, luego
la juventud, la madurez, y la vejez implica tener varios cuerpos que degeneran,
de acuerdo con la vida que lleve la persona, lo único que permanece impasible
es el alma.
Esto se puede
comprobar, a partir de que el ser toma consciencia, cuando le preguntas a una
persona como se siente, cualquiera que sea la edad que tenga, por lo general te
dirá que bien, que se siente como si fuera un joven, aunque su cuerpo tenga
movimientos torpes debido a la edad, esto es porque para el alma el tiempo no
existe, el deterioro corporal no afecta al verdadero yo.
En el Bhagavad
Gita se dice que quién es consciente del yo, nada ansía ni lamenta, es ecuánime
con todos. (los hombres, animales, todos los seres) ya que sabe que todos
llevan un alma que es parte del todo, del Universo o Dios, como le quieran
llamar.
Esta es la
consciencia del verdadero yo, el no pensar yo soy el cuerpo con un alma sino
pensar yo soy un alma espiritual dentro de un cuerpo temporal, esto último es
tener consciencia del principio activo mientras que el primer pensamiento nos
hace conscientes del cuerpo, es por eso que se erigen estatuas y monumentos a
los cuerpos de las personas fallecidas, pero nunca se conmemora el alma.
El principio
védico de que “Quien es un alma
consciente de Dios a nada le teme” lo encontramos en varias religiones como
la cristiana y otros cultos derivados de ella, en otras palabras pero en
esencia lo mismo, pero bien ¿Cuál es su significado?. Cuando el ser humano
reconoce al verdadero yo y acepta con humildad que esta alma es emanada del
alma universal o yo supremo o la Suprema Personalidad de Dios, como le quiera
llamar, Yavhe, Jehová, Alá, Universo, a que le puede temer el hombre, ¿a la
muerte?, ¡jamás!, ya que lo que va a desaparecer para convertirse en polvo es
un cuerpo, el verdadero yo no muere, este solo tiene dos caminos: regresar a la
consciencia Universal o transmigrar a otro cuerpo, esto último es la rueda del
samsara.
En las
religiones orientales, emanadas del hinduismo, la razón de nuestra existencia
como seres humanos es abandonar el samsara, es regresar a la fuente original,
al Dios, Universo, sin tener que reencarnar o renacer, incluso si este
renacimiento se da como semidios o como humano y esto solo se puede lograr
mediante una evolución espiritual del hombre, un dedicarse a generar Karma
bondadoso.
La reencarnción,
renacimiento o transmigración del alma, se utilizan como sinónimos en la
cultura oriental que acepta la reencarnación como parte de su filosofía, se
realiza cuando el alma abandona el
cuerpo temporal, unos dicen que es inmediata, otros que el alma retorna a la
fuente original en tanto escoge el cuerpo que ocupará en adelante y de ahí
ocupa el cuerpo elegido a través de la semilla del hombre, dando origen a un
nuevo ser, esta es la razón por la que no se debe permitir el aborto ni la
matanza de seres vivos. En el caso del primero, se está evitando que un alma se
desarrolle en el ambiente preciso, en el correcto que permitirá su evolución para
unirse con el infinito, teniendo que ocupar un cuerpo que no le correspondía en
esa etapa de su ascenso.
En el caso de
matar, evitamos que el ser concluya el ciclo natural de la vida teniendo que renacer de nuevo en la
misma especie para poder concluir su
experiencia y aprendizaje, lo que retrasa su evolución espiritual, aunque esto
no significa que matemos el alma.
En el caso del
renacimiento como humano, las escrituras nos dicen que renaceremos de acuerdo
con nuestros últimos pensamientos y deseos, por eso es necesaria la consciencia
en el momento de abandonar nuestro cuerpo temporal, al estar conscientes
podemos dirigir nuestro último pensamiento a la Consciencia Suprema, a desear
alcanzar nuestra liberación del samsara, no dejemos que nos suceda lo que al
Rey Bharata, que por estar apegado a un ciervo, lo que lo hizo abandonar su servicio devocional a la Suprema
Personalidad de Dios, Srii Krishna, y dirigir su último pensamiento a este
animalito que lo acompañó al final de sus días, renació como un Venado.
Aquellos que
están muy apegados a los excesos de la comida, lo que en algunas culturas se
conoce como el pecado de la gula, El Universo les concede el deseo que tienen
en su mente y renacen como cerdos, esto como ejemplo. Aquel que en su último
pensamiento menciona alguno de los nombres sagrados, tendrá la bendición de la Suprema Personalidad de Dios, Srii Krishna,
Dios, el Universo o como quieran llamarle, este es el origen de la aplicación
de los sagrados óleos en la religión católica, se trata que el moribundo, aún
sin estar despierto, escuche y piense en Dios, como lo conciben.
Bien, hasta aquí
por hoy, y recuerden que son responsables por la forma en que decidan
reencarnar o renacer, si creen en esta filosofía, y además, debemos tratar con
bondad y compasión a los demás seres sintientes, pueden ser nuestros queridos
parientes o amigos ya fallecidos en un nuevo cuerpo.
NAMASKAR
SARAHA
(GAZA)